Acné a los 30, qué problema

Por suerte no he sufrido de acné siendo adolescente pero no me he librado de alguna espinilla molesta y cuando ya pensaba que con los años estas dejarían de aparecen, a mis 30 han vuelto. ¿Os parece justo? En relación a las posibles causas hay algunos mitos y algunas causas reales. Entre los primeros está el de las píldoras anticonceptivas, los desordenes de alimentación o el alcohol y entre las segundas la cruel realidad: a partir de los 30 años las células de la piel tardan más en renovarse, producen menos grasa y entonces el estrés y el sol pueden dejar sus marcas.

Por un lado es cierto que el estrés es más frecuente entre las mujeres a partir de los 30 años. La profesión, el hogar, la familia, la salud y el trabajo generan preocupaciones que hacen que durmamos menos y no podamos relajarnos lo suficiente. Por otro, llega el verano y queremos estar divinas así que es entonces cuando el sol inflama los poros, produce exceso de calor, irritaciones, derrames, granos y espinillas. El resultado es que la famosa zona U del rostro es la que sufre las consecuencias al ser la más sensible: los pómulos y el mentón.

Lo mejor es identificar qué alimentos o maquillajes agravan la condición y dejarlos a un lado, lavarnos con frecuencia el rostro y acudir a un médico dermatólogo en busca de un buen tratamiento antiacné. He descubierto que a los 30 nada se resuelve solo y es necesario el consejo profesional. Los productos del supermercado pueden no ser los adecuados para todas las mujeres, definitivamente no lo son para mí, y es el profesional el que nos  indica bien cuál podemos utilizar y cuál no. Pero el mejor consejo, si es que no habéis tenido un acné fuerte durante la adolescencia o no lo habéis tenido nunca y ahora, a los 30, os empiezan a aparecer estas molestias es que os relajéis lo más posible y disfrutéis de lo bueno que tengáis en la vida. Las preocupaciones, decía mi abuela, producen arrugas. A lo cual yo agrego que también producen acné a los 30.

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